La Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Aragón (Aspanoa) reclama al Departamento de Sanidad más medidas para que los adolescentes con cáncer de la Comunidad -aquellos que tienen entre 15 y 18 años- sean atendidos en Oncopediatría.
El Gobierno de Aragón aprobó esta medida el pasado verano tras la reivindicación de Aspanoa, pero el resultado hasta el momento está siendo prácticamente nulo. De hecho, más de medio año después de aprobarse el aumento de la edad oncopediátrica desde los 14 hasta los 18 años, solo ha sido derivado hasta el Hospital Infantil Miguel Servet de Zaragoza un caso, cuando la media de adolescentes afectados es de entre 9 y 10 nuevos al año.
El problema reside en que la orden interna dada por el Departamento de Sanidad solo insta a los médicos de Oncología para adultos de todo Aragón a que informen a la familia del adolescente que tienen la opción de que su hijo sea tratado en el Miguel Servet de Zaragoza, que es el único centro con Oncopediatría de todo Aragón. “Esto dificulta las derivaciones, porque todo queda a expensas de que el médico se acuerde de decírselo a la familia y, además, que les explique bien las razones por las que es conveniente que vayan a ser tratados a Zaragoza”, explica el presidente de Aspanoa, Miguel Casaus.
Esta reivindicación se fundamenta en que los adolescentes estarían más cómodos rodeados de pacientes de su edad que con personas adultas o de avanzada edad, además de que podrían beneficiarse de todos los servicios que ofrece Aspanoa en el Miguel Servet (apoyo psicológico y social, fisioterapia, musicoterapia…). Pero, sobre todo, busca aumentar las posibilidades de supervivencia de los adolescentes afectados.
Según la Sociedad Española de Hematología y Oncología Pediátricas (SEHOP), la tasa de supervivencia del cáncer infantil en España está en el 77%, mientras que la media de la Unión Europea es del 83%. Esto se debe a que, según la SEHOP, en España hay demasiados hospitales atendiendo a niños y adolescentes con cáncer. Algo que, aunque en principio puede parecer bueno, en realidad está resultando contraproducente.
El cáncer infantil incluye más de 200 tipos de enfermedades distintas y, según la SEHOP, un equipo está suficientemente capacitado y experimentado para tratar todos estos casos cuando atiende al menos 30 casos nuevos al año. Sin embargo, se da la circunstancia de que solo 11 de los más de 40 hospitales que están atendiendo a estos pacientes cumplen este estándar europeo. En Aragón, el único que lo cumple es el Hospital Infantil Miguel Servet de Zaragoza, en el que son atendidos todos los niños con cáncer de Aragón y la mayoría de La Rioja.
Las derivaciones de niños con cáncer (menores de 14 años) a este centro de referencia se producen con absoluta normalidad. Pero en el caso de los adolescentes no ocurre y muchos de ellos son tratados en servicios de Oncología para adultos de distintos hospitales aragoneses. Miguel Casaus señala que, aunque la derivación de un adolescente de una ciudad a otra puede resultar incómodo para la familia por el desplazamiento, “lo importante aquí es garantizar la mejor atención para todos los adolescentes con cáncer de la Comunidad”.
Asimismo, Casaus recuerda que Aspanoa cuenta con un piso de acogida junto al Hospital Miguel Servet, donde las familias afectadas pueden alojarse de manera gratuita. El año pasado fue utilizado por 15 familias de fuera de Zaragoza, que pasaron un total de 291 noches.
El cáncer infantil en Aragón, estable
El año pasado, Aspanoa atendió a 178 niños y adolescentes con cáncer de Aragón y a otros 19 de La Rioja. De estos 197 totales, 33 fueron nuevos diagnósticos en 2017, 53 fueron diagnosticados antes de ese año pero seguían en tratamiento y otros 111 se encontraban en mantenimiento (fase de postratamiento y revisión).
La situación del cáncer infantil en Aragón continúa estable, sin variaciones importantes. El año pasado fueron diagnosticados 33 nuevos casos, lo que es una cifra muy buena teniendo en cuenta que la media anual es de entre 35 y 45 nuevos al año. En lo que respecta a los fallecimientos, fue un año malo, con 11 defunciones, cuando lo habitual es que se produzcan entre 7 y 10.