Silvia Aijón ha participado durante siete meses en un proyecto de Voluntariado Europeo en Rumanía, en la ciudad de Sighișoara. Es una joven zaragozana de 24 años que, cuando terminó la carrera de Veterinaria y se planteó asumir nuevos retos.
– ¿Qué tarea has hecho en el proyecto de voluntariado juvenil?
En este proyecto, he hecho un poco de todo: desde dar clases de inglés a mujeres adultas, pasando por actividades en centros de día con personas mayores y con discapacidad, organización de eventos locales en la comunidad, juegos para niños, desfiles con nuestras banderas por el mes de Europa, talleres y charlas en colegios e institutos sobre antibulling, educación sexual, estereotipos, relaciones sanas, diversidad, poner límites, consentimiento… Además, durante el verano hemos organizado campamentos de verano con un montón de juegos y actividades con niños entre 6 y 16 años (en diferentes semanas) donde también hablamos de todos estos temas. También llevo las redes sociales de la asociación y grabamos un podcast sobre nuestra experiencia. Y por supuesto, tenemos un montón de tiempo para viajar, no sólo por el país sino por todos los países vecinos.
Pues yo creo que así como tarea asignada teníamos ayudar a las personas que se encuentran allí pero yo creo que más allá de ayudarlas en actividades que hacen día a día lo he pasado muy bien y me he divertido mucho el tiempo que he estado allí con ellos y con todas las personas del centro, también con mis amigas que hacían lo mismo que yo.
– ¿Por qué decidiste hacer voluntariado?
Decidí hacer este voluntariado porque al acabar el año pasado la carrera me encontraba muy perdida. Empecé a trabajar en una clínica pero tuve muy mala experiencia, lo dejé y no sabía por dónde tirar. Necesitaba unos meses de desconexión, de irme fuera, conocer gente y lugares nuevos, desarrollar habilidades en un campo distinto y poner mi vida en pausa para sanarme y seguir creciendo como persona y como profesional.
– ¿Qué ha supuesto el voluntariado para ti? ¿Qué te ha aportado?
Para mí, este programa de voluntariado lo ha supuesto todo. Llegué aquí en febrero muy perdida, sin expectativas ni ánimo, y ahora puedo decir que soy otra persona distinta. El proceso de crecimiento personal ha sido increíble. Me siento más fuerte, me he demostrado que puedo salir de mi zona de confort y atreverme a probar cosas nuevas, he aprendido a trabajar en equipo, he desarrollado mi creatividad, he mejorado mi inglés, mi paciencia, mi organización, mi comunicación asertiva, he aprendido de cada persona con la que he colaborado, y me he dado cuenta de que puedo aportar más de lo que creía.
Sinceramente, tomé esta decisión prácticamente sin pensarlo, de un día a otro como vía de escape, y con miedo quizás de arrepentirme al no haberlo meditado mucho, porque no estaba en mis planes paralizar mi vida durante 7 meses para irme a la otra punta de Europa. Sin embargo, no puedo estar más feliz y puedo decir sin duda que me ha cambiado la vida y mi perspectiva en muchos ámbitos. Ya no tengo miedo de volver a fallar y tengo la motivación necesaria para arriesgarme y probar cosas nuevas, ya no sólo de cara a mi futuro laboral sino en la vida en general.
– ¿Cómo animarías a otros jóvenes a que las personas hagan voluntariado?
Por todo ello, animo a cualquier joven a vivir una experiencia así. Es tan gratificante y enriquecedor que siento que todo el mundo debería vivirlo al menos una vez en la vida. No importa lo que hayas estudiado o quieras ser (ya veis, una veterinaria dando charlas en coles), porque aunque creas que no es lo tuyo, lo acaba siendo. Te das cuenta de que vales en más ámbitos de los que pensabas y desarrollas habilidades en otros campos que acaban siendo útiles en tu día a día. El intercambio de experiencias, culturas, lenguajes, viviencias entre todas las personas que he concedido me ha hecho crecer muchísimo y les voy a estar siempre agradecida a todos y cada una de ellas.
Así que si sigues con la duda, no lo pienses y atrévete a vivir una experiencia que te cambiará la vida.
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